Augusto Roa Bastos: al contacto con su palabra
El siguiente texto es sólo un fragmento de una larga entrevista que mantuvimos con don Augusto Roa Bastos, en Asunción, el 25 de noviembre de 2003.
El siguiente texto es sólo un fragmento de una larga entrevista que mantuvimos con don Augusto Roa Bastos, en Asunción, el 25 de noviembre de 2003.
Un día de lluvia, muy frecuente en el Paraguay, Armando Ponce, Antonio Villegas y yo nos dirigimos a la casa de Augusto Roa Bastos para encontrarlo y compartir con él momentos que hoy se hacen inolvidables. Estas líneas intentan narrar, a modo de testimonio, la riqueza de la conversación mantenida con él en aquella ocasión. No todo pudo ser escrito aquí porque hay siempre algo sustancial que se pierde en los renglones o en el silencio, entre una pausa y otra, un punto, una coma, un signo. Llegamos a la casa, tocamos a la puerta y esperamos con impaciencia. La lluvia había refrescado el aire. Cuando la puerta se abrió, la imagen de don Augusto nos llenó el espíritu de alegría y serenidad. Nos invitó a tomar asiento y nos ofreció su hospitalidad y cariño.
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